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Es la historia del péndulo. Durante el boom inmobiliario la eleva disponibilidad de los bancos por vender hipotecas financiando el 100% e incluso el 110% de la compra atrajo a todos los particulares, incluso a aquellos que no disponían de ahorros (hoy en día es imposible acceder a una hipoteca si no tienes unos determinados ahorros, por ejemplo, del 20% del precio de la casa). Esta política de barra libre provocó la salida de los inversores más profesionales “por la baja rentabilidad en el alquiler y los elevados precios de las viviendas”.
Durante 2007, año que da comienzo a la serie histórica del Consejo General del Notariado, el porcentaje de viviendas que se compraban con hipoteca era justo el contrario a los años más duros de la crisis, de un 61% de promedio. Y durante 2008, año en que oficialmente estalló la burbuja inmobiliaria, el porcentaje bajó a un 53% de promedio.
Así, en los años más negros de la crisis el número de operaciones que se pagaban al contado comenzó a subir como la espuma: empezaron a entrar los profesionales y los pequeños inversores porque vieron una buena oportunidad de compra ante la caída de los precios y el incremento del mercado de alquiler, sobre todo en las grandes ciudades. Los compradores particulares de ingresos más bajos fueron expulsados del mercado de compra por el cierre a cal y canto del crédito.
El peor mes fue octubre de 2013, cuando sólo el 28% de las operaciones se cerraron mediante un crédito hipotecario. Es decir, el 72% de las compras se pagaron con dinero contante y sonante. 
Pero esto es una historia de ida y vuelta, así que ahora en la fase de recuperación las estadísticas reflejan un aumento de las operaciones de adquisición de casa con hipoteca, en detrimento de las pagadas a tocateja. De media, durante este año el porcentaje de viviendas adquiridas con un préstamo es del 44%. Y el último dato disponible del Consejo General del Notariado es del 45% a junio de 2017.
“Una vez los bancos hicieron sus deberes y vieron que necesitaban volver a prestar para reducir la caída de sus saldos hipotecarios, y viendo la estabilidad de los precios (incrementos en ciertas zonas con mayor demanda), empezamos a ver cómo los compradores particulares volvían a solicitar financiación para comprar viviendas”, subraya Villén.
Y es que conviene recordar que actualmente se está librando una guerra entre los bancos por captar hipotecados. El saldo vivo hipotecario, es decir, el volumen de dinero prestado que aún sigue “vivo” para comprar casa, continúa bajando porque se cancelan más préstamos que los que se dan. Esto significa que la banca está perdiendo ingresos procedentes del cobro de intereses a esas hipotecas concedidas.

Compartir: Facebook Twitter Google + Menéame.net 27 de marzo del 2018