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Materiales y buenos hábitos

Existen distintos tipos de humedades, por lo que debemos conocerlos para saber a cuál nos estamos enfrentando. En primer lugar, están las que se dan por capilaridad, que aparecen por contacto directo con el terreno y son habituales en las viviendas unifamiliares, ya que suelen ser construcciones bajas que dan directamente al suelo. Por su parte, las humedades por condensación aparecen en las superficies de la vivienda que tienen una temperatura inferior al punto de rocío. Es decir, se producen en zonas mal aisladas o con exceso de humedad, son las gotas de agua que se depositan en carpinterías metálicas, en los vidrios y las que crean formación de mohos en las superficies de las paredes y techos; también muy comunes donde hay vapor de agua, como el baño o la cocina. Por ello, en estas dos últimas estancias tiene que haber, sí o sí, tanto una campana extractora como un sistema de ventilación en el baño a parte de un buen aislamiento térmico en toda la envolvente del edificio. Por último, tenemos las humedades por filtración, que pueden aparecer en las ventanas o en los techos y cubiertas, casi siempre por deterioro. Con estas premisas, las herramientas básicas con las que debemos hacer frente a la humedad son los materiales de construcción, pues cuanto mejor preparadas estén las viviendas, menos riesgo de que aparezcan humedades habrá. En este sentido, son muy recomendables las ventanas con doble acristalamiento y rotura del puente térmico, contar con un buen aislamiento térmico en paredes y cubiertas –ya que también tiene propiedades impermeabilizantes- y pintura anticondensación, que, como dice su nombre, reduce la condensación evitando el efecto pared fría. Pero con esto solo no es suficiente, pues nuestros hábitos y rutinas también influyen bastante a la hora de sufrir humedades. Hay varias acciones que podemos hacer todos los días que ayudan a prevenir la aparición de la humedad, como ventilar la casa 10 minutos al día y utilizar siempre la campana extractora cuando cocinamos y los sistemas de ventilación. Pero si ya no podemos hacer nada y las humedades han hecho su aparición, tenemos a nuestro alcance la posibilidad de limpiar las manchas de hongos con un trapo húmedo y lejía para evitar que se formen más manchas de este tipo, que además generan mal olor en la vivienda y perjudican la calidad del aire. Tras percibir la presencia de humedades sería importante consultar con un técnico cualificado, en vez de limpiarlas o taparlas sin más. Y es que si queremos acabar con el problema resulta necesario descubrir de donde proceden, no sólo “taparlas”, porque si no volverá a aparecer.

Aíslate de las goteras

Si hablamos de goteras ya pasamos a un mal mayor, pues no se puede convivir con agua cayendo del techo cuando llueve. Para evitar que esto suceda es imprescindible que la cubierta del edificio o la vivienda esté protegida y bien impermeabilizada. Una solución puede ser con poliestireno extruido. Este nombre, poco familiar para el común de los mortales, no es otra cosa que un aislante que no solo evita que se cuele el frío, sino que se trata de un material que no se degrada en presencia del agua gracias a su estructura de célula cerrada. De ahí, su elevada durabilidad. Si ya no se puede hacer nada para prevenir la aparición de las goteras, hay que actuar de inmediato, pues estas pueden dañar los aparatos eléctricos o antenas que haya en el techo, con la gravedad que eso supone, u oxidar tubos que generen posibles cortocircuitos. Así que hay que ponerse manos a la obra para erradicarlas por completo. Para ello, lo primero es localizar el punto fijo en el que se encuentran y su origen. Una vez ubicada, hay que limpiar bien la zona que se va a impermeabilizar para evitar que la suciedad, ramas o trozos rotos de teja bloqueen las canaletas del tejado o formen huecos donde se estanque el agua. Una vez esté todo limpio, se impermeabiliza la cubierta y, a la vez, se aísla, para reforzar esa impermeabilización y hacer que el agua sea más impenetrable. Por último, se vuelven a instalar las tejas o materiales que tenga la cubierta. De este modo, volveremos a estar a salvo de las goteras y nos aseguraremos de que no volverán a aparecer. Pero para ello, y reincidiendo con los puntos anteriores, hay que tener una actitud proactiva y realizar unas simples tareas con las que conseguiremos que en los días de lluvia sea realmente apetecible estar en casa. Si se apreciaran fisuras de importancia o grietas en los paramentos de la vivienda, en lugar de reponer sin más los acabados superficiales sería conveniente consultar con un profesional cualificado, por si se tratase de una señal del deterioro de algunos elementos estructurales que sustentan el edificio. Así, en caso de no resolver el problema y de ocultar los daños con revestimientos se pondría en riesgo la seguridad estructural del edificio y a sus ocupantes.

Compartir: Facebook Twitter Google + Menéame.net 19 de marzo del 2018