En concreto, entre enero y septiembre los hogares han amortizado en términos netos 11.369 millones de euros en deuda ligada a hipotecas, créditos personales y líneas de crédito para la adquisición de vivienda, lo que se traduce en una reducción mensual aproximada de 1.263 millones de euros y en una caída diaria de más de 42 millones de euros. En términos interanuales, el descenso al cierre del tercer trimestre se ha situado en el 2,8%, según los datos del regulador del sector financiero.  

Así, y mientras a cierre de 2016 la deuda de las familias superaba los 544.300 millones de euros, en el tercer trimestre del presente ejercicio ha bajado hasta los 532.934 millones de euros. Se trata del nivel más bajo desde 2005 (cuando estaba por debajo de 480.000 millones de euros) y arroja un descenso de 147.066 millones de euros desde los máximos registrados en 2010. En aquel año, la deuda hipotecaria de las familias llegó a rozar los 680.000 millones, el récord hasta la fecha.

Este descenso de la deuda de los hogares vinculada a la vivienda es una de las razones por las que la banca necesita conceder más hipotecas. Más allá del buen tono que está mostrando el sector inmobiliario, de la recuperación económica y de la creación de empleo, el sector financiero se ha fijado como objetivo revertir la situación y ver subidas netas del crédito hipotecario.

El motivo es que, en un mercado con los tipos de interés por los suelos, la banca está dejando de ingresar muchos millones de euros, ya que el volumen de deuda a la que aplica los intereses cada vez es más reducida.