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"Poner ladrillos no fue suficiente y tampoco lo será poner cañas a los turistas. No pudimos vivir de lo primero y seguimos teniendo un problema de modelo económico que se llama dependencia sectorial".
En su opinión, y a pesar de que el sector exterior no deja de batir récords, las exportaciones no son una actividad tan dinámica como el turismo y podrían perder brío en el momento en el que empiece a tirar la demanda interna, ya que entonces lo lógico es que aumenten las importaciones de productos extranjeros y se amplíe el deficit comercial que existe actualmente. Según los últimos datos del Ministerio de Economía, entre enero y abril nuestro país vendió al exterior mercancías valoradas en más de 91.500 millones de euros, una cifra inédita hasta la fecha, mientras que el valor de las compras se quedó al borde de los 100.000 millones de euros, dejando así un déficit comercial de unos 8.400 millones de euros. 
El problema, es que cuando se normalicen los tipos de interés en la eurozona, el euro pierda atractivo frente a otras monedas internacionales y España tenga que pagar más caro el petróleo, las exportaciones se podrían resentir y, en cambio, las importaciones podrían crecer. De ahí que, en su opinión, el sector exterior no sea un pilar tan importante para la economía. "Podemos crecer hasta un 3,5% este año, pero no será por las exportaciones".
El peso del sector exterior en el PIB doméstico es inferior al que registran otras superpotencias como Alemania. Mientras en España representan aproximadamente un tercio, en la locomotora europea la proporción ronda el 50%. Sevilla también ha insistido en que la mayoría de las empresas que exportan lo hacen en cantidades muy pequeñas.
El turismo, en cambio, está siendo un motor mucho más firme y todo apunta a que España volverá a batir un récord de visitantes en este ejercicio. Según los cálculos del Gobierno, en 2017 podríamos recibir hasta 83 millones de turistas extranjeros. 
Ahora bien, Sevilla ha recalcado la necesidad de definir qué tipo de modelo queremos en el futuro. ¿Queremos ser un país de servicios baratos u ofrecer valor añadido? En mi opinión, no es tanto un problema de sectores, sino de falta de transversalidad. La solución no es elegir entre ladrillo o tecnología, sino apostar por el ladrillo con tecnología. Hablo de la necesidad de aplicar domótica en los hogares, de tener viviendas eficientes... En eso está el valor añadido”.
 

Compartir: Facebook Twitter Google + Menéame.net 04 de julio del 2017