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En 2011, las empresas eléctricas tendieron un cable a través del mar desde la península hasta las islas Baleares. Fue un acontecimiento jubiloso para los isleños, que hasta entonces tenían que producir electricidad quemando carbón, fuel oil, o usando sistemas electrógenos.

Pero incluso con el cable submarino, producir energía para las islas cuesta mucho dinero. Por ejemplo, producir un megavátio de potencia cuesta en la península poco más de 50 euros, pero en las Baleares el coste eléctrico es de 151 euros. Tres veces más.

Sin embargo, los habitantes de las islas pagan la misma tarifa que el resto del país. ¿Por qué? Por la política energética nacional que implica que todos los españoles deberán pagar lo mismo por esta fuente de energía.

¿Quién corre con esos costes? Pues todos. La diferencia de costes la pasan las empresas eléctricas a la factura, es decir, a nosotros. Equivale al 2,8% de nuestra factura. Técnicamente se llama ‘compensación a insulares’. Incluye Canarias, por cierto.

También hay más costes ‘ocultos’. El estado obliga a las empresas eléctricas a comprar carbón español. Es una forma de sostener un sector con miles de puestos de trabajo. El problema es que, por poner un ejemplo, el carbón asturiano es mucho más caro que el de otras partes del mundo. Traer un barco de carbón desde Indonesia y ponerlo en el puerto de Avilés, es más barato que sacarlo de las minas de Mieres y llevarlo a Avilés.

Pero hay más. El estado obliga a las empresas eléctricas a comprar electricidad generada de recursos renovables. Las renovables, nadie lo duda, son el futuro. Pero no siempre funcionan, pues cuando no luce el sol o no sopla el viento, las viejas centrales deben de cubrir ese vacío.

La mayor parte de esos costes aparecen en la factura con nombres incomprensibles como Peaje o ATR (Acceso de Terceros a la Red). Hay más costes como la gestión de residuos radiactivos, o el llamado déficit de tarifa. Este déficit procede de lo que cuesta producir electricidad, y lo que se paga por ella. Es de 24.000 millones de euros y sigue creciendo porque las tarifas suben con más lentitud que los costes.

A todo esto, se añaden los impuestos. Primero, la tasa municipal, luego el impuesto eléctrico y por último, el IVA, que es del 21%. Por esa razón, desde hace tiempo, en algunas facturas aparece el coste de la electricidad consumida, y los costes extra. Eso son los costes ‘ocultos’. No es que las compañías lo quieran ocultar. Las compañías lo denominan “impuestos y otros recargos”. Es una manera que tienen las compañías de decirle al cliente que el 54% de su factura son costes impuestos por los políticos.

Compartir: Facebook Twitter Google + Menéame.net 05 de junio del 2017