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Depósitos bancarios, cuentas remuneradas, acciones, fondos de inversión, fondos de pensiones… Son muchas las alternativas que un inversor tiene sobre la mesa para elegir cómo sacar partido a su dinero. Cada producto tiene sus riesgos, lo que condicionará su capacidad para conseguir unas rentabilidades más altas. Y este esquema de peculiaridad no acaba aquí: es tan amplio que incluso afecta a la tributación.  

Según explica José Trecet, experto en fiscalidad y ahorro, en la plataforma online de inversiones Finect, “no todos los productos financieros tributan igual y existen enormes diferencias en el resultado. Hay vehículos por los que pagarás muchos impuestos a lo largo de su vida y otros por los que sólo pagarás al final”.

Por tanto, y ya que estamos a menos de un mes para que arranque la Campaña de la Renta 2016, es recomendable tener claro cómo tributan los ahorros en la declaración. Como recuerda Trecet, lo habitual es que tributen como rentas del ahorro, que pueden ser ganancias y pérdidas patrimoniales o rendimientos de capital mobiliario.

Consideradas como tal, el impuesto a pagar dependerá de los beneficios que el contribuyente obtenga. El tipo será del 19% cuando se gana hasta 6.000 euros, mientras que se aplica un 21% cuando el beneficio está entre 6.000,01 euros y 50.000 euros. A partir de dicha cantidad, el porcentaje se eleva al 23%. Ahora bien, el momento del pago de impuestos depende del producto en el que hayamos invertido.

Si es un depósito bancario, que son los productos de inversión estrella para los españoles, se paga cada vez que vence. Por tanto, depende de si ha contratado uno al plazo de seis meses, a un año, a tres, a cinco…

Las cuentas remuneradas, en cambio, tributan cada año. Así, el inversor paga anualmente por los beneficios que le haya generado su cuenta.

Cuando el producto que genera beneficio al inversor son los dividendos la cosa cambia. Cuando son en metálico, tributan como rendimiento de capital, mientras que si el cobro es en acciones (lo que se conoce como ‘scrip dividend’), la retención será diferente y se tendrá en cuenta un precio de compra cero.

El tratamiento fiscal de las acciones se enmarca dentro de las mencionadas ganancias y pérdidas patrimoniales y solo están sujetas a impuestos cuando se venden. Es decir, si los títulos de una empresa suben en bolsa un 500% pero el inversor las mantiene en cartera, no tiene que pagar nada a Hacienda. El impuesto, por tanto, dependerá de cuánto dinero gane el inversor con la venta respecto al precio en que compró las acciones. En el caso hipotético de que le salga mal la jugada y se deshaga de las acciones a un precio inferior al de la adquisición, el contribuyente tiene la opción de compensar las pérdidas con otras operaciones e incluso con otros productos como los fondos de inversión. La inversión en divisas (Forex) comparte la misma fiscalidad que las acciones.

Los fondos de inversión permiten diferir el pago de impuestos (es decir, retrasarlo lo máximo posible) siempre y cuando el inversor invierta el dinero que ha sacado de un fondo para meterlo en otro. Dicho de otro modo: su dinero puede pasar de un fondo a otro sin tener que rendir cuentas con el fisco, por lo que solo tributarán cuando se liquida la inversión.

Los fondos de inversión cotizados (denominados ETF por sus siglas en inglés) tienen el mismo tratamiento fiscal que las acciones, a pesar de ser fondos, ya que se pueden comprar y vender en cualquier momento. Ahora bien, según alerta Trecet, esta regla tiene una excepción: los fondos ETF extranjeros sí son tratados como los fondos de inversión, según se desprende de la respuesta de la Agencia Tributaria a una consulta realizada por un bróker internacional.

Otra fórmula distinta es la que se aplica a los fondos de pensiones, que permiten aplazar el pago de impuestos hasta el momento del rescate del dinero. De hecho, los contribuyentes pueden desgravarse anualmente las aportaciones a su fondo de pensiones. Como recuerdan los Técnicos de Hacienda (Gestha), los contribuyentes pueden aportar cada año un máximo de 8.000 euros a este producto financiero, por los que se puede obtener un ahorro fiscal de unos 1.500 euros de media.

Aunque están menos extendidos, también están los planes individuales de vida y ahorro (PIAS), que son seguros en los que se hacen aportaciones periódicas. En este caso, recalca Trecet, “no se pagan impuestos si el inversor está un plazo de cinco años con el producto y recupera el dinero en forma de renta”.

Compartir: Facebook Twitter Google + Menéame.net 06 de abril del 2017