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Estos son los culpables de la crisis financiera que ahora quiere investigar el Parlamento

El parlamento ha aprobado crear una comisión para analizar la crisis inmobiliaria y bancaria que nos golpeó a todos.  ¿Es que no lo tienen claro todavía? Para ahorrarles tiempo, he aquí las causas, las consecuencias y los culpables.

Pocas veces un parlamento se ha puesto de acuerdo tan rápido. Todos los grupos políticos votaron el pasado miércoles a favor de crear una comisión que tiene una tarea larga: analizar la crisis financiera desde el año 2000. Da la impresión de que se van a buscar culpables. Para ahorrar tiempo a sus señorías, esto son los culpables.

Gobierno del PP. En 1998 aprobó una norma para liberalizar el suelo. En teoría, y siguiendo las leyes del mercado, cuanto más oferta de un bien, menos precio se paga por ello. Sucedió lo contrario: el precio del suelo se disparó debido al siguiente culpable.

Los ayuntamientos. Como había mucho suelo rústico en manos de ayuntamientos, estos decidieron remozar sus villas, pueblos y ciudades sacando el terreno poco a poco, y a un precio progresivamente más caro. Con el dinero que obtuvieron, construyeron rotondas, auditorios, piscinas climatizadas, polideportivos, y casas para la tercera edad. Ha sido el mayor cambio del aspecto de los ayuntamientos en la historia de España. Claro que eso lo tuvo que pagar alguien y aquí damos con el siguiente culpable.

Las promotoras y constructoras. Los promotores compraron suelo a los ayuntamientos ‘a cualquier precio’ y repercutían el precio del metro cuadrado en el próximo eslabón de la cadena. A los constructores. Se compraba suelo en la costa, en el interior, en zonas desérticas, en quinta línea de playa. Y los constructores levantaban urbanizaciones con campos de golf, riadas de adosados, panales de edificios. Llegaron a construirse 800.000 viviendas al año en un país que solo necesitaba 300.000. Los promotores y constructores eran voraces porque tenían la presión de los siguientes culpables.

Los propietarios. Cientos de miles de españoles, que gozaban de unos ingresos mejores y más asegurados (la economía se disparó a partir de 1998), se pusieron a pedir créditos tanto para vivir en pisos como para especular con ellos. Desde taxistas hasta carniceros, todo el mundo compraba y vendía pisos. Muchos ni siquiera llegaban a escriturarlo porque antes de ese momento, ‘daban el pase’. Pero el que lo compraba tenía que pedir un crédito al siguiente culpable…

Los bancos y cajas. Perdieron cualquier pudor y se pusieron a dar créditos en una feroz competencia. Los departamentos de riesgo de esas instituciones fueron relegados al fondo de las oficinas. Habían tanta alegría que en lugar de conceder créditos por el 80% del valor de la vivienda, lo concedían por el 100 incluso el 120%. ¿Y con el sobrante? Pues cómprate un Porsche Cayenne. Las cajas llegaron a superar a los bancos en concesión de crédito y se olvidaron de su objeto social gracias a que estaban controladas por otros culpables.

Los gobiernos de las CCAA. Políticos que controlaban las cajas fueron los mismos que les pidieron dinero para construir aeropuertos en medio de Castilla La Mancha o en Gerona, en Huesca o en Castellón. Y el país se llenó de obras financiadas por las cajas, algunas de ellas tan ridículas como Parques Acuáticos en medio de la nada, o viviendas sociales situadas en los extra extra extra radios. Claro que  para dar tanto dinero tuvieron la connivencia de otros culpables, las sociedades de tasación.

Las tasadoras. Estaban compuestas por personas que valoraban el piso en función del mercado. Pero sucedía que estas sociedades estaban controladas por los bancos y cajas, de modo que solían hinchar el precio de los inmuebles para que el banco o caja concediera más dinero, y se llevase más comisión por los márgenes, ya que los tipos de interés estaban muy baratos debido al BCE. ¿Hemos dicho BCE?

El Banco Central Europeo. En la primera mitad de la década del 2000 los tipos de interés habían caído tanto que se hablaba de que los bancos estaban regalando el dinero. El BCE se ocupa de la gran política monetaria de Europa,  y no se dio cuenta de que se estaba fraguando una inmensa crisis en el sur, debido al exceso de dinero. Pero, claro, para ocuparse de la cuestión española estaba el Banco de España.

Banco de España. Tenía el deber de controlar a los bancos, que estaban tirando el dinero por la ventana, así como a las sociedades de tasación. Pero se limitó a hacer informes sobre el calentamiento (no global, sino de la economía), sin intervenir subiendo los tipos, o poniendo límites a la concesión de crédito. Ni siquiera se ocupó de controlar a las Sociedades de tasación. De modo que los clientes de los bancos, próximos culpables, seguían pidiendo dinero como si fueran caramelos.

Los clientes, o sea nosotros. Cuando se tiene trabajo estable, cuando suben los salarios, cuando hay confianza en el futuro, cuando existen tipos de interés bajos, cuando el banco casi te regala el dinero, ¿qué vas a hacer? Pues comprar vivienda, que en España siempre ha sido una inversión ‘segura’, pues lo dice mi vecino del quinto. Hasta 2008, los españoles se endeudaron de tal manera, que no había dinero suficiente en este país para financiarles, de modo que hubo que pedir dinero a bancos extranjeros. España era la maravilla del mundo, hasta que alguien en EEUU apretó el botón de pánico. La gente en ese país dejó de pagar sus hipotecas porque no tenían dinero: habían empezado a subir los tipos de interés. Pero aquí hubo un culpable que lo negó.

El gobierno de ZP. Negaron la crisis al igual que Pedro negó conocer a Jesús. Una, dos, tres, mil veces. En lugar de intervenir a los bancos y a las cajas a partir de 2008, como hicieron en EEUU, en Holanda y en Gran Bretaña, el presidente Zapatero seguía diciendo que la banca española era potente, y nuestro país de la Champions League. Intervenir entonces había costado menos porque el Reino de España podía financiarse aún de forma barata. La bola creció y creció hasta que empezaron a caer cajas. La primera en 2009, que fue intervenida. A partir de ahí, se creó un plan de emergencia y tardío para fusionar las cajas, hacerlas más grandes, convertirlas en bancos. Uno de ellas se llamó….

Bankia. Fruto de siete cajas de ahorros, tenía en su haber miles de casas, terrenos, solares, oficinas, edificios y pisos sin vender o devueltos por sus dueños. Un pufo descomunal. Fuera quien fuera, tenía que salvarla porque en caso contrario, si quebraba, iba a desatar el pánico nacional. Como el presidente ZP no la había querido rescatar y salir en Wikipedia como alguien que nacionalizaba bancos, decidió, junto con el PP, poner a Rodrigo Rato al frente, y sacarlo a Bolsa en 2011. Que paguen los accionistas, no el estado ni los españoles. Pero Bankia era una patata caliente, incluso para los próximos en la lista, el gobierno de Rajoy.

Gobierno del PP. Porque resulta que los principales directivos de Bankia, eran del PP o habían sido puestos allí por el PP. ¿Es que no conocían lo que pasaba allí? Al llegar 2012, los inversores internacionales se asustaron con España: el paro llegó al 26% de la población activa, la economía tenía un déficit del 9%, y con la experiencia de Grecia, se pensaba que la próxima en quebrar y ser rescatada sería España. Muerto de miedo, el gobierno español pidió dinero para rescatar a sus sistema financiero, sobre todo a Bankia, y al final inyectó 22.000 millones en la antigua Caja Madrid.

Conclusión

Después de la rueda de reconocimiento, hubo muchos culpables. Lo que empezó en 2000, creció en 2005, estalló en 2008, se ocultó hasta 2010, se intentó arreglar en 2011, pero se acabó metiendo en la UVI en 2012. Señores parlamentarios, esto fue un drama wagneriano de impacto tan colosal, que derribó muchos templos. Y hay muchos culpables.

Compartir: Facebook Twitter Google + Menéame.net 08 de marzo del 2017